Sociedad del espectáculo
- Isabela Galbiatti
- 23 oct 2017
- 3 Min. de lectura
Muy buenas tardes, como es de costumbre ha llegado un lunes más y toca entrada al blog; bueno, hoy hablaremos sobre un tema muy interesante (como todos xD) que es... ta ta ta chan: la publicidad (aplausos). Y empiezo lanzando una serie de preguntas para que reflexionemos, que son: ¿vivimos condicionados por la publicidad? ¿somos conscientes de ello? ¿podemos vivir al margen de la misma? ¿yo lo valgo? ¿compramos en función de las marcas?. Éstas son algunas de las preguntas que aparecían en un documento que me leí el otro día sobre la publicidad llamado "La intimidad del discurso publicitario actual", por si os interesa :)
¿Vivimos condicionados por la publicidad?; ¡pues claro!, sin duda alguna. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nos encontramos rodeados de información que entra en nuestro sistema neuronal sin pedir permiso y nos afecta de manera muchas veces inconsciente, aunque no todas. Todo se ha convertido en publicidad ya que si no se habla de algo no se vende ese algo; la pena es que también se ha convertido a los "alguien" en otros "algo" sin demasiado valor a los que se les puede vender como un producto más. Con lo anteriormente dicho me refiero a que vivimos en la sociedad no solamente del espectáculo, sino también de la mercantilización que ha transformado al ser humano en un producto más a la venta y, además, ¡en oferta, señoras y señores!.
Es una pena, pero muchas veces siquiera somos conscientes de lo mucho que nos afecta la publicidad. Muchos o casi todos los aspectos de nuestra vida se encuentran condicionados, a menudo de manera tan instantánea que parece casi "natural" todo lo que ocurre. Dado que vivimos en una sociedad y somos parte de todo lo que la conforma, no podemos simplemente decidir apartarnos de la publicidad porque sería más que una misión imposible, pero sí que podemos tener una consciencia crítica sobre la información que recibir, sí que podemos crear un filtro y no creernos todo lo que nos dicen de primeras sin antes verificar y contrastar. Podemos tener sentido común y capacidad de elección.
Por supuesto que muchas veces compramos en función de marcas, y no solo de marcas en sí, sino también de personas que representan una marca. No podemos pensar en la marca "Nespresso" sin asociarla a George Cloney y su famosa frase "nespresso, ¿what else?; o el la colonia "Dolce Gabanna" sin pensar en un tipo muy mazado sin camiseta sentado en un sofá o en una playa (David Galby, por si queréis buscar fotos). En fin, ya no solamente compramos por la marca, sino también por la persona que representa esa marca; si George Cloney se compra nespresso será porque está realmente bueno ¿no?; y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos en un supermercado comprándolo.
¿Yo lo valgo?; ¡por supuesto que lo valgo!, pero valgo muchísimo más que un anuncio simplemente porque me lo diga, lo valgo por quién soy, por mi condición de persona humana, no por las cosas que tengo o que compro. Valgo un precio incalculable o mejor, no hay precio que pueda comprar lo que valgo, yo y todas las personas del mundo valemos mucho más de lo que fingimos ser en las redes, por Internet o por lo que pueden llegar a pensar que valemos. Somos realmente muy valiosos y el sistema que quiere adjudicarnos un precio canjeable, de verdad, no tiene ni idea, ¡no os lo creáis! porque...tú lo vales todo, y eso es mucho.

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